Cuando cumplí 22 años tuve una cena muy especial. El que era mi novio, hoy marido, me llevó al restaurante de uno de
los hoteles de más renombre de Sevilla.
Al sentarme en la mesa, ayudada por el maître
y ante la perspectiva de la mesa llena de copas y cubiertos….me sentí Julia
Robert en Pretty Woman. Sólo había visto tantos cubiertos
juntos en el cajón de la cubertería de mi madre, que sólo se abría en las
navidades!!!! Menos mal que al pedir un único plato retiraron todos los
cubierto no necesarios, sino me hubiera costado decidirme por uno u otro, se
parecían muchísimo!!!!
Con el paso del tiempo ya he aprendido a
distinguir cada tenedor, cucharas y cuchillos. Y siempre quedará el truco de
utilizar los cubiertos desde los más alejados al plato hacia a dentro. Y otro
truco: mirar a ver qué hace el primo de Madrid que él está acostumbrado a ir a
restaurantes de lujo, no???
Otra cosa que recuerdo de aquella noche es
que cada vez que tomaba un poco de mi copa de agua a los 2 segundos exactos el
camarero muy amablemente la rellenaba, en la tercera ocasión que ocurrió decidí
tomar mi agua en intervalos de tiempo más grandes, para no tenerlo pendiente de
mi toda la noche, por poco me “engollipo” con la comida!!!!!
Así que desde aquel mismo día entendí que soy
más de “estilo compadre” algún sitio que la comida estando rica no tenga tanta
parafernalia a la hora de comer, ni a tanto camareros pendientes de lo que hago. Aunque…
con los años se vuelve una más sibarita y los sitios buenos gustan, y gustan
por el echo de permitirse un lujo, no te parece???