“Esos pequeños nódulos, en principio sin importancia. Las
continuas afonías y dolor de garganta. Pueden ser causados por uno de estos tres
motivos: persona muy nerviosa, hablar continuamente y tener un volumen alto de
voz.”
No lo tuve que pensar mucho tiempo… “Tres de tres!!!
Afirmativo para todo.”
Mi logopeda ya tenía clara la situación desde la primera
sesión que tuve con ella. Lo que me sorprendió fue como se iban a desarrollar
las sesiones a partir de aquella.
Sesión 1. El lugar que ocupe los primeros minutos de la hora
que permanecía en su despacho era su sillón, que se reclinaba hacía tras. Me pidió
que siguiera las instrucciones de la grabación. “Cierra los ojos y respira
lentamente. Coloca tus manos sobre tus piernas. Centra tu atención en tu mano
derecha, siente como pesa y como se relaja. Concéntrate en tu mano izquierda,
siente como pesa y como se relaja. Respira y nota como tus manos no pertenecen
a tu cuerpo.” Primera etapa superada.
Sesión 2. Reclinada en su sillón esta vez esa voz profunda
me pedía que aprendiera a relajar mis piernas.
Sesión 3. Los brazos.
Sesión 4. El tronco.
Sesión 5. Cuello y cabeza.
Sesión 6. Todo: manos, piernas, brazos, tronco, cuello y
cabeza. Tuve la sensación de relax máximo. Me veía tumbada y yo flotaba.
Sesión 7-10: Pensé que ya al controlar todo mi cuerpo la
relajación había acabado pero cuando se lo comenté me dijo: “No, Noelia, queda
la parte más difícil. Relajar tu mente. Seguro que mientras que estas relajada
en este sillón has pensado en lo que vas a preparar de cenar o en otras tareas
pendientes. Tienes que desconectar por completo, cuerpo y mente.”
En esta ocasión la voz que activaba mi desactivación me pidió
que me mirara en un espejo y que me gustara la imagen que viese reflejada. Que
pusiera la mano en el espejo para pasar al otro lado, a mi lugar preferido y
que no solo viese detalles sino que también lo sintiese. En cada una de las
sesiones que estuve practicando este ejercicio realmente me sentí transportada:
Llevaba un vestido blanco largo hasta los pies descalzos. El
vestido era de una tela fina y vaporosa. Cuando toque el espejo mi mano lo
traspaso fácilmente y poco a poco todo mi cuerpo cruzo al otro lado. Estaba en
el camino de bajada a la playa. Notaba la arena tibia en mis pies. Respiraba
aire salado. Una brisa suave acariciaba mi rostro y movía mi cabello. Me dejaba
guiar por el sonido rítmico de las olas al romper en la orilla. Allí se
encaminaron mis pies. Note perfectamente el frescor del agua lamiendo mis pies.
Salpicando mi vestido que se pegaba a mis piernas. Me agachaba a recogerlo para
que mi paseo por la playa fuera perfecto. Caminaba mirando el mar y viendo como
el sol poco a poco entraba en él para darse su baño diario. El horizonte tenía
tonos anaranjados. Paseo, mar y sol. Paseo, mar y menos sol. Paseo, mar y
último rayos de un día que se iba.
Han pasado casi diez años desde que salí de aquella consulta
por última vez. Cuando acaba el día y entro en la cama esperando que un sueño
reparador me cargue las pilas para el día siguiente, me asaltan muchos pensamientos
que echan a Morfeo de mi lado. Casa, niños, comidas, trabajo, y un largo etcétera.
Entonces… relajo mi mano derecha, relajo mi mano izquierda y en dos minutos
paseo por la playa viendo como el sol se oculta en el mar. El sol se va y mi
sueño llega.
Zahara es mi inspiración para un look que recuerde a la playa. Encajes, telas que tienen mucha caída, estilismos cómodos pero sin perder glamour.
Talla única.
Color: negro, perla,
rosa y topo.
Precio: 20 €
Vestido escote en v con monedas.
Talla única.
Color: coral, rosa,
blanco, topo y verde caza.
Precio: 20 €Vestido cuerpo de encaje. Escote en v. Forrado.
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Color: blanco, verde
caza, topo, rosa y azulón.
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Vestido de encaje. Cuello redondo. Forrado.
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blanco y rosa.
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