Cada casa es un mundo y cada persona un universo. Eso es lo
divertido de la vida, que todos somos diferentes. No tenemos un chip de
programación que nos haga pensar de la misma manera o actuar de modo
sincronizado.
Ni que decir tiene que nuestra "dieta mediterránea"
se caracteriza por ser una de las gastronomías más reconocidas en otros
países. No obstante, también han llegado a nuestras mesas
"otro" tipo de comida, quizás no sea tan saludable o quizás no
tan rica, pero al fin y al cabo... comible. Y volvemos a las palabras con la
que empezaba este texto, como cada cual es cada cual, el libro de los gustos
está en blanco. Lo que a algunos nos les horroriza a otros les encanta.
El otro día terminé de realizar mi 1 km de carreras por las
calles del supermercado. Por fin me dirigía hacía la línea de caja con la
satisfacción del deber cumplido: no olvidar nada de lo que la despensa y el
frigorífico me reclamaban. Aparque mi carro justo detrás del de chico, que ya
estaba colocando los productos de su cesta en la cinta, todos en filita
esperando su turno para ser pasados por el escáner: 5 brick de gazpacho, 3
lasaña precocinadas, 4 latas de fabada asturiana, 6 paquetes de salchichas
y un número incontable de sobres de sopas y pasta, de esas que sólo tienes que
esperar que el agua hierva para echar el contenido y remover durante 6 minutos.
No lo puedo evitar, como mi cara no se puede estar quieta,
reflejando lo que pasa por mi mente, el chico me mira y dice: