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Un look diferente

Dónde están las llaves?,
matarile, rile, rile.
Dónde están las llaves?,
matarile, rile, ron, chimpón.


El autor de esta canción infantil, por su ritmo y sus palabras pensaría que a los niños les encantaría!!! Lo que no sabía es que ya de adultos la utilizaríamos como relajante en la búsqueda desesperada de ese objeto.
"Rompe los platos, quien friega!!!", una frase que utilizo mucho, no sólo en el sentido estricto de la frase sino en todo lo que se refiere a perder o romper algo. Quien va a perder las llaves de mi coche sino yo, que las utilizo todos los días?? O las de casa???
Creo que es el objeto más perdido por todos… por goleada. Y el que, debería de ser el que más cuidado en no perder, por si un amigo de lo ajeno hace uso de ellas para llevarse tu coche o entrar en tu casa.
Muchas veces las he dejado en la puerta puesta, demasiadas. En una ocasión a mi vecino Carlos le pedí que me acompañara por si algún amigo de lo ajeno las había utilizado, menos mal que todo estaba en su sitio tras la revisión ocular. Otras veces las llevaba en la mano y las he dejado encima del mostrador de la panadería al pagar. En fin... mis llaves deberían tener un detector de mi presencia y si me alejo de ellas 20 metros comenzar a pitar.
Hablando con mis amigas no soy la única "despistadilla", alguna me ha contado cada historia: 

El vaquero desgastado!!!

Seguro que has visto el anuncio de la cadena alemana de supermercados Edeka. Quizás el nombre no te suenen las imágenes sí!!!!

Te animo a verlo : EDEKA.

Una campaña publicitaria que ha generado muchos comentarios: "El pobre abuelito", "Que pena!!", "Que miedo llegar a la vejez y verse sólo"... esos de parte de quien se le ha cogido el pellizquito. Otros han llevado a risa las imágenes e incluso las han parodiado. Ya se sabe que no todos podemos pensar igual.

Y yo... A mí... Me fui a casa del padre de mi madre. Del anciano que hasta hace poco más de un año cuidada a su esposa, mi abuelita, como si fuese un tesoro. Él que ahora la echa tanto de menos, cada tres frases la nombra. Él que viene a mi mente tantas veces al cabo del día, lamentándose porque las obligaciones me mantengan alejada de aquella butaca en la que intenta ver y escuchar la tele, sólo lo intenta porque con 95 años sus sentidos están mermados. Me fui a casa de mi abuelito a abrazarlo, supongo que para que me acallará la conciencia. Esa conciencia mía a la que le explico que trabajo-casa-niños es lo que no me permite tener tiempo para visitarlo más, esa que me sonríe socarrona porque sabe que se tiene tiempo para lo que se quiere.

El abuelito pasea 15 minutos por recomendación de D. Miguel Ángel, su médico. Lo que dice el doctor se cumple a rajatabla, así quiere que mantenga activas sus piernas. Esas piernas que antes eran ágiles en los andamios, albañil su profesión-pasión, ahora las que aguantan sólo unos minutos. En el comienzo de su paseo estaba cuando me bajaba del coche. Pasó frente a mi sin verme, respire hondo, metí las lágrimas traicioneras en los ojos y me presenté delante de mi abuelito son una sonrisa gigante que me devolvió al reconocerme.