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Parejas perfecta con descuento!!!

Desde pequeña siempre que veo al pato Donald en la tele tengo que concentrarme, muy mucho, para entender algo de lo que dice. Recuerdo a mi hermana sentada en el sofá muerta de la risa viendo las Aventuras del Pato Donald y yo... no lo entendía!!!! Ainsssss habla muy rápido?? El habla "patuna" no está hecha para mis oídos???

El otro día mis hijos veían en la tele una peli de los Minions, y al verlos reír... deja vu!!!!! De qué se reían??? No captaba ni una palabra, ni una sílaba. Ellos allí tronchados de la risa, mientras yo con cara de boba me preguntaba dónde estaba el chiste.

Cinco minutos eternos, cinco, aguanté; hasta que les pregunté:
- De verdad ustedes entendéis lo que dicen los Minions???
- No mami!!! Nadie los entiende. Solo hacen ruiditos tontos... son tan graciosos!!!!

Menos mal!!!! Respiré aliviada, lo del pato Donald marcó mi infancia. No quería pensar que había perdido del todo a la niña que llevo dentro. Ni imaginarme perder a mi Peter Pan interior!!!! Ufff, menos mal.

Seguí mirando la tele, pero mis labios no llegaron a curvarse ni en una leve sonrisa!!!

- Mamá... no te ríes???
- No le veo la gracia, hijo.
- Mami has perdido el sentido del humor. Te estás haciendo mayor!!!!

Cómo???? Yo preocupada por mi "yo" niña y mis hijos me dicen que no tengo sentido del humor porque me estoy haciendo mayor!!! Sí al final por no reírme con los Minions sólo se le sacaba una conclusión???? Demasiada edad.


Ea... queda totalmente prohibido en mi casa ver más a los muñecotes amarillos. Viva el espíritu joven pasen los años que pasen!!! Yo me río con lo que me hace gracia y muchas veces hasta lloro con mis carcajadas.

Divinas locuras!!!!

Cuando cumplí los 18 años les pedí a mis padres que me llevaran al Bingo. Ya tenía la mayoría de edad!!! Ellos algunos sábados después de cenar echaban unas partiditas. Mi madre cuando llegaba a casa me decía "Hoy he cantado Línea" o "La semana que viene nos vamos de compra con el dinero del Bingo". Así que... quería probar!!! Esa era una razón, la otra era que me encantaba salir con mis padres. Me lo pasaba genial.

El verano del 1991, verano de mis 18, después de una buena cena y después de mucho insistir, con la sonrisa cómplice de mi madre como respaldo, mi padre accedió. A él no le hacía mucha gracia, creo que la binguera era mi madre, jajaja.

En la puerta del bingo tuve con mi padre la siguiente conversación:
-Noelia, toma 5.000 pesetas. Ese dinero es para jugar los tres, cuando se acabe nos levantamos y nos vamos. Sin decir "otra más" ni "papi, la última" ni "presiento que la próxima es la mía". Nos vamos y punto.
Ante mi cara de "Por qué???" Me contestó:
- Todo en la vida en su justa medida y si te pasas se convierte en un vicio. Así pasa con la bebida, con el tabaco o con el juego. Aceptas o no??
- Acepto.
Se pensaría mi padre que me convertiría en binguera profesional???

Cuando entramos me sentí mayor. Miraba a las mesas intentando identificar a los jugadores profesionales, como en las pelis, o a los adictos al juego como los llamaba mi padre. Creo que llevaba la boca abierta y miraba con descaro, por eso mi madre me dio un codazo en las costillas.

Una vez sentados, nos trajeron los primeros cartones, comenzó el ritual. Mamá saco de su cartera una estampita de su cristo y la puso justo debajo del cartón. Papá en cada lateral del cartón escribió: Antoñita, Caro y Noelia, sus chicas. Cinco partidas, más no duró el dinero. Cuando tocaban las doce campanas en el reloj... ahhh ese es otro cuento. Cuando se acabaron las 5.000 pesetas nos levantamos sin mediar palabra. En la puerta del Bingo, respirando de nuevo el aire de la calle, le dije a mi padre:
- Papi, no me ha gustado. Prefiero el Bingo de la Feria que es más divertido. Aquí no parecía que estábamos jugando parecía un velatorio, todo el mundo tan serio y en silencio!!!

Más para las fiestas!!!!

Hace pocos días alguien compartía en Facebook un vídeo de esos que nos demuestran los “idiotas” que podemos llegar a ser las personas. Con el vídeo, entendí, se quería probar que el pecado mortal de la avaricia es enorme, “poderoso es don dinero” y quien lo tiene se cree serlo.
Un chico cubría toda su chaqueta de billetes y se paseaba por una calle con un cartel que decía: “coge lo que necesites”. Mientras todo estaba siendo grabado por varias cámaras ocultas, los pecadores se creían libres, pero no, fueron pillados in fraganti.
Las primeras personas con las que se cruzaba lo miraban extrañados. Algunos se volvían a comprobar lo que leían en el cartel, pero no tomaban nada, sonreían pensando que era un loco o una broma. Otros mostraban en su rostro la clara intención de querer coger el dinero, pero… el qué dirán era más fuerte. Ser el primero que rompía el hielo, por lo que sé ve cuesta. De pronto un señor, con traje y corbata, suelta su maletín en el suelo, para tener libre las dos manos, y comienza a coger billetes, uno tras otro. El chico le pregunta si realmente necesita el dinero, por respuesta: “En el cartel pone que coja y lo hago. Por qué voy a desaprovechar este el dinero gratis???!!!”. Y se quedó tan pancho con la contestación!!! Chicos jóvenes, varios, que al darse la vuelta el portador de fortuna, cogían uno o dos billetes y corrían para que nadie los pasase. Miedo a que alguien les llamase la atención??? Conciencia intranquila, por lo tanto sabían que no estaba bien. También una señora, de unos cincuenta años, muy arreglada, pinta de tener un buen trabajo, se dio varias vueltas alrededor del chico para coger el dinero. Parecía estar delante del puesto de la fruta, a ver que fruto estaba más maduro. El chico repitió la pregunta: “Necesitas el dinero??”. Una respuesta igual de nefasta: “Tengo cita para hacerme la manicura, así me saldrá gratis!!!”
Por último, la guinda, la persona que enseña valores, la que deja a todas las anteriores por debajo del rasero de la dignidad humana. Sentado en la acera un joven pidiendo limosna, por su ropa descuidada, alguien que vive en la calle. Por su aspecto, alguien que no come en abundancia desde hace mucho tiempo. Lee el cartel, se levanta y muy educadamente pregunta: “Es verdad lo que pone en el cartel?? Puedo coger un billete para comer, por favor?”. El chico lo anima a coger los que quiera, los que necesite. No quiere, pero ante la insistencia del otro, acepta y dice: “Muchas gracias, así podré comer mañana.”

Oro o Plata?

- No quiero ni sobrehilar, ni quiero quitar hilvanes, ni quiero hacer ojales!!! Quiero hacer los patrones como tú, quiero coger las tijeras de costurera y deslizarlas sobre la tela, quiero utilizar la máquina de coser!!!

- Hasta los más grandes diseñadores han empezado desde abajo, haciendo dobladillos!!! Así que pon la espalda derecha y sigue con lo que te he mandado!!! Venga que te voy a contar como empecé yo... 
 Entré con 14 años a trabajar para la casa Canales, estaba en la esquina de Eduardo Dato, frente al estadio Sánchez Pizjuán. Al principio ni me dejaban tocar las telas, era la chica que con la caja del pedido acompañaba a la señora al coche. Eso sí, a "espabilá" no había quien me ganase y memorizaba todas las cosas que veía hacer a las chicas mayores que ya estaban en el taller. Mis compañeras tenías una libreta donde apuntaban los datos y medidas de sus clientas. Yo también tenía otra, aunque mis clientas eran muñecas. Cuando llegaba a casa intentaba imitar aquellos pasos, haciéndoles vestidos a las muñecas de mi hermana Marvi. Supongo que llamaría la atención de alguien que pase a talleres. La primera lección que me dio la jefa de taller fue: "Costurera sin dedal, ni es costurera ni es ná" y puso aquella pequeña pieza metálica sobre mi dedo corazón de la mano derecha. Nunca me lo tuvo que repetir, había ocasiones que salía de trabajar con el dedal puesto, es como una parte más de mí.
No sé cuántos dobladillos hice, cuantos patrones monté y sobrehilé... incontables, ojales a millares,... pero todo lo hacía con ilusión y con mimo, como si estuviera realizando el diseño más maravilloso del mundo. Me sentía una privilegiada poder tocar aquellas telas maravillosas, estar trabajando en algo que me gustaba, y eso era mucho en aquellos tiempos!!! Hay que poner pasión a las cosas, y hacerlas bien. Nunca se te olvide eso.
Por mi cumpleaños mis compañeras me regalaron un retal de una buena tela de paño negra para una falda. Pedí permiso para hacerla en el taller con la supervisión de todas, fue concedido, siempre teniendo en cuenta que la prioridad la tendrían los encargos de las clientas. Una falda estrecha de talle alto a la que colocaría un cinturón finito como único adorno.