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Look para el verano

Un día un sabio maestro recibió la visita de un joven que se dirigió a él para pedirle consejo:
— Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro sin mirarlo, le dijo:
— Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... y haciendo una pausa agregó: — si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
— Encantado, maestro— titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

—Bien— asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y al dárselo al muchacho, agregó:
— Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, quienes lo miraban con algún interés. Pero les bastaba el escuchar el precio del anillo; cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y solo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. Alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. ¡Cuánto hubiera deseado el joven tener esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Triste, subió a su caballo y volvió a donde el maestro se encontraba:
— Maestro -dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera obtener dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

Camisetas para el otoño!!!!

El olor del gel de mandarina… recuerdo de mi paso por Ahora Caigo.
Desde que llegue a Barcelona, estaba tan contenta que hubiera caminado dando saltitos. Me propuse vivir mi experiencia en el concurso a tope!!!! Exprimiendo cada segundo, memorizando todo, incluso los olores.

Llegue a la habitación del hotel sobre las 12:30 de la noche, una habitación gigante en la que había una mesa con mi cena preparada: embutido  variado con pan tumaca, ensalada de brotes verdes, zumo de piña, dos piezas de fruta, yogur de macedonia y una botella de agua.  Y el baño….enorme y con bote de gel de mandarina. Tome dos duchas en aquella bañera colosal, antes de irme a la cama y al salir de ella por la mañana. El olor de mandarina me acompañaría  durante todo el día.
No tengo palabras suficiente para explicarte como de maravilloso era mi grupo de compañeros, y cuan estupendos todos los componentes del equipo de Ahora Caigo: realización, sonido, imagen, peluquería y maquillaje. Charlar con personas que acabas de conocer como si fuesen amigos de toda la vida, sentirte tan a gusto que la sonrisa no se borra de los labios. Así pase 24 horas en Barcelona.
Lola y José los encargados de ayudarnos en todo, nos explicaron los pasos que daríamos durante la grabación del programa: “Tenéis que ser simpáticos, pensad que estáis rodeados de amigos.  Haced un programa divertido, que la señora que nos ve todos los días no quiera cambiar de canal por aburrimiento!!!” Mi grupo lo consiguió, todos estuvimos geniales y simpáticos y yo … charlatana, jajjaja, en mi línea. Ellos también nos llevaron a probar “la caída”, había que quitar los nervios por el desconocido agujero donde esperaba “Vicente”. La concursante número 1 era la primera en caer, es decir, yo!!! Fueron 30 segundos de explicaciones que no escuche, ya no quería pegar saltitos, pero hasta eso era parte de la experiencia y la disfrute!!! 
Después pasamos con el estilista de vestuario. Me dio el visto bueno para el estilismo que había elegido, pasaba a plancha para eliminar cualquier arruga.