Un ratito de costura. Ufff que
pereza!!! Por eso he aprovechado para hacer dos cosas a la vez: tomar el solito
en el jardín de Zahara y coser. Al poner me a coser, mi mente se ha llenado de
imágenes del pasado.
Las ganas que tenía de llegar a
tercero de EGB. En ese curso todas las niñas del colegio hasta octavo nos
reuníamos en la clase de tercero que era enorme a hacer punto de cruz las
tardes de los viernes.
Lo recuerdo con mucho cariño.
Aquellas tardes de invierno, las lluviosas y frías tardes de invierno. Todas
sentadas pegadas a la pared con nuestras labores sobre las rodillas. Charlando
de cosas de niñas y cosiendo la “muestra”. En la muestra tenías que hacer una
línea del mismo tipo de punto: cruz sencilla, cruz doble, estrellas, rombos,
vainica,…Bueno la vainica, me resulto imposible, así que… mi abuelita me lo hizo,
pero aquello la señorita Milagrosa nunca lo supo. Hoy pienso que sí lo sabía,
pero que miro para otro lado. Muchas de aquellas tarde mi padre me freía
almendras para picotear mientras cosíamos. La señorita Mª Jesús al principio no
le hizo gracia: “Manchas la labor!!!!”. Pero cuando probó las almendras creo que
ella también quería que llegaran las tardes de los viernes para comerlas. Que
ricas!!!!
Para acabar la muestra algunas
tardaban tres años, dependiendo de su habilidad con la aguja, después ya
podíamos pasar hacer lo que quisiéramos. Las menos arriesgadas hacían un Tuyyo,
un pequeño mantelito para dos personas, dos servilletas. Y las que el punto de
cruz les encantaba se arriesgaban con su primera mantelería. Por supuesto a ese
grupo me uní yo, me gustaba tanto que a veces cuando salía del colegio iba
cosiendo por la calle para terminar el objetivo que me había puesto ese día.
Muchas noches mi madre me quitaba la mantelería de la cama porque me había
quedado dormida con la aguja en la mano.
Supongo que mi gusto por la
costura me venía en los genes. Mi madre miraba una prenda, por delante por
detrás, por arriba y por debajo, y al día siguiente compraba tela y obraba magia.
Las tijeras parecían dos dedos más de sus manos. “Costurera sin dedal, ni es
costurera ni es ná.” Siempre decía esa frase cuando se ponía su dedal para
coser. Otra costumbre que herede.
Así que esta tarde cosiendo me ha
recordado aquellos cinco años que pase en el colegio cosiendo. En octavo
decidieron que niños y niñas debían hacer la misma actividad, por aquello de la
igualdad. Todos hicimos marquetería. A mí nadie me pregunto, si lo hubieran
hecho la contestación: “Que me importa a mí la marquetería!!!! Odio la sierra, la
segueta, el panel para hacer aviones!!!! En el futuro me tendré que coser un
botón y quiero saber utilizar la aguja!!!!”. Así que la labor paso a ser algo
sólo para casa y han sido muchos los años que el punto de cruz me ha
acompañado.
Jersey hilo + lentejuelas.
Talla única
Antes 30 € Ahora 18 €
Talla única
Antes 18 € Ahora 10,80 €
Jersey hilo, mangas cortas.
Talla 38.
Antes 19 € Ahora 11,80 €
Jersey hilo red
Talla única
Antes 17 € Ahora 10,20 €
Rebeca con encajes, pontela hacia delante o hacia atrás.
Talla única.
Antes 23 € Ahora 13,80 €
Te sigo diciendo q deberías plantearte escribir un libro!! Leyendo el post me trasladado durante un rato a la clase de tercero... Me ha gustado mucho recordar esos viernes de costura
ResponderEliminarUn día imprimo los post, los ordeno un poco y te regalo un libro sólo para ti!!!! Sabía que recordarías aquellos días. Inma los momento bonitos de mi vida los tengo grabados y me encanta recordarlos. Los "no tan buenos" también los recuerdos, pero esos se quedan para mí, después de todo cada momento vivido, me han hecho como soy.
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