Tenía 17 años mi novio, ahora mi marido, me preguntaba:
"Que te gustaría para Reyes???" Respuesta fácil y ya más que pensada:
"Un muñeco de esos que parece un bebé recién nacido, son tan
monos!!!!" (Pon a esta última frase tonito de niña caprichosa y carita de
buena, para imaginarte bien la escena)
Un día pase por la juguetearía de la calle Imagen, y allí
estaba aquel bebé con pucherito en los labios, vestido de blanco, me
encantaba!!! Así que aquel año por Reyes junto con mis otros regalitos una caja
muy especial de Mariquita Pérez, con mi bebé al que llamé Lucas. Muchos años
estuvo Lucas sentado en mi cama. Al principio, me encantaba mirarlo, cuando se
pasó la novedad me acordaba de él para meterlo en la lavadora y quitarle el
polvo.
Era un muñeco y como cualquier juguete al final queda
relegado a un segundo plano cuando llega el juguete nuevo, que se lo digan a
Andy cuando llegó Buzz Lightyear en Toy Story. En mi caso no llegó nada nuevo,
el cumplir los dieciocho, seguidos de los diecinueve y de los veinte, hizo que
mi espíritu infantil se tranquilizara y diera paso a una persona algo más
madura. Y digo algo más madura, porque si alguna de las niñas de mis amigas
quiere jugar a las Barbies soy la primera en tirarse al suelo y coger una de
las muñecas.
Con esta historia quiero hacerte ver que entiendo una parte
del fenómeno "bebé reborn". Son tan reales y monos que comprendo a
las chicas que los quieren,... en parte.
Viste el reportaje de Samanta Villar en el programa de
Cuatro Conexión Samanta???
Te dejo este enlace para que lo hagas: Bebés reborn.