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Elegancia con tu pantalón pata de elefante

Nunca tuve la necesidad de "cocinar" primero mi madre y después mi padre se encargaron de alimentarme. Cocer una pasta o ayudar a la abuela a freír rosquillas no lo consideraba como arte culinario, y sinceramente, tampoco es que me llamase mucho la atención. Con 26 años, recién casada, sólo tenía un pequeño recetario en un blog de notas. Recetas que escribí dictadas por mi suegra, se suponía que con aquellas notas alimentaría a su hijo.

El primer guiso de lentejas que hice acabo directamente en el cubo de la basura, las lentejas flotaban en un agüita sucia. El segundo guiso siguió el mismo camino, esa vez puse menos agua y se quemaron. Así que estuve un tiempo, grande, sin comerlas, la rechace de mi menú por no dejarse cocinar. La carne con tomate unas veces salía durilla y otras veces demasiado blanda. Hubo momentos en los que pensé que mi familia se alimentaria de latas de fabadas y de comida precocinada. Menos mal que la paciencia y la cabezonería no me abandonaron, sino hoy te podría dar un listado de comidas “calentar y listo”.

Sí, puedes pensar que era una muy mala cocinera ya que hacer un guiso de lentejas no tiene complicación ninguna, hoy lo veo como lo más sencillo del mundo pero antes... era una pesadilla. Después de 15 años de probar en la cocina no puedo decir que sea una gran Chef, pero me defiendo. Un punto a mi favor es el interés que pongo y sobre todo cariño para que me salga bien; creo que para cocinar es indispensable y hay cosas tan lógicas que sólo es pensar un poquito.
Pensar y utilizar la lógica. Por eso hay cosas que me llaman tanto la atención:
  • Hacer una tortilla de patatas con patatas de paquete??? Cuando lo escuche tuve que aguantar la risa para que la chica que lo estaba diciendo no se enfadara. Me pregunto dónde habría comido una tortilla que crujiera.
  • Si no quieres que el aceite te salpique freír con aceite tibio. Eso más bien es cocer, no??? A esas personas le recomendaría un traje ignífugo, jijiji.

Comenzamos: Rebajas!!!!

Hace unos días en El Hormiguero, Pablo Motos entrevistaba a Bertín Osborne. Hablaron sobre la trayectoria profesional de Bertín, sobre sus relaciones con más de 1000 mujeres, según él una leyenda urbana, sus alegrías y sin sabores de la vida, sobre su mujer, Fabiola y sobre todo de su hijo Quique y la fundación que ha creado al ver las carencias de las familias con niños con lesiones cerebrales.

Hay personas que al tener una carga tan pesada como la que él tiene sobre los hombros, un hijo con lesión cerebral, se hunden por completo. No saben qué hacer ni como llevar la vida con ese giro tan inesperado. El pesimismo y la depresión caen en su rutina como un manto pesado, al cual no encuentran salida. Sin embargo otras, en este caso la historia de Bertín es más conocida por ser  famoso, salen adelante más fortalecidos y queriendo luchar. 

Tiene que ser duro al recibir la noticia que tu bebé recién nacido será un niño especial, un adulto con más dificultades en la vida que el resto de bebés recién nacidos ese día en el hospital. Supongo que a tu mente acudirán preguntas como: Por qué a mi niñ@? Por qué a mí? Qué hacemos ahora? Qué puedo hacer para ayudarle? y un sin fin de preguntas por el estilo.

La fundación Bertín Osborne  (Fundación) tiene como objetivo ayudar a esos padres con toda una batería de respuestas a esas preguntas. A los que al salir del hospital con su bebé en los brazos no saben qué camino deben seguir.

Me parece una labor maravillosa. Y un ejemplo de lucha y superación que muchos deberíamos seguir. 

Durante un embarazo yo siempre digo que se pasan etapas de miedo, yo así lo experimente:
  • Primer trimestre: miedo de que ese pequeño latido no llegue a ser fuerte. Perder esa vida que llevas dentro es terrorífico
  • Segundo trimestre: miedo al parto
  • Tercer trimestre: te da igual lo que te pase a ti, sólo quieres que tu bebé venga sanito.

Chaquetas II



Seguro que cuando te has comprado una prenda lo primero que has hecho cuando has llegado a casa antes de estrenarla es quitarle la etiqueta del interior. Esa que parece un libro.

Normalmente las etiquetas-libro van en la ropa que son de tiendas multinacionales. Por ello, te encuentras todos los componentes y los consejos de lavado en varios idiomas. Pero su final está claro... cortadas con las tijeras por lo molestas que son, pican, hacen bulto,... un estorbo total.

Cuando plancho mi ropa preparo la tabla de la plancha, el centro de planchado y también me pongo cerquita las tijeras. Mi tarea solo se ve interrumpida cuando corto las etiquetas. Cuando finalizo no sólo tengo que recoger la ropa y meterla en sus cajones, también tengo un montoncito de etiquetas que llevar a la basura.

Normalmente esto no tiene mayores consecuencias. Me da igual saber que mi camiseta es de polyester o de algodón, según lo arrugada que salga de la lavadora tendré que planchar más o menos, así que... Y las reglas de no mezclar colores fuertes con claros, lavar en agua fría para evitar decoloración, o no planchar a muy alta temperatura,... las tengo aprendidas a fuerza de "practicar" y de llevarme algún que otro disgusto por encontrarme mi blusa blanca favorita de un color rosáceo al lavarla con el polo del niño que llevaba un escudito minúsculo que despintaba, ainssss que rabia.