Seguro que cuando te has comprado una prenda lo primero que
has hecho cuando has llegado a casa antes de estrenarla es quitarle la etiqueta
del interior. Esa que parece un libro.
Normalmente las etiquetas-libro van en la ropa que son de
tiendas multinacionales. Por ello, te encuentras todos los componentes y los
consejos de lavado en varios idiomas. Pero su final está claro... cortadas con
las tijeras por lo molestas que son, pican, hacen bulto,... un estorbo total.
Cuando plancho mi ropa preparo la tabla de la plancha, el
centro de planchado y también me pongo cerquita las tijeras. Mi tarea solo se ve interrumpida cuando corto las etiquetas. Cuando finalizo no sólo tengo que recoger la ropa y
meterla en sus cajones, también tengo un montoncito de etiquetas que llevar a
la basura.
Normalmente esto no tiene mayores consecuencias. Me da igual saber
que mi camiseta es de polyester o de algodón, según lo arrugada que salga de la
lavadora tendré que planchar más o menos, así que... Y las reglas de no mezclar
colores fuertes con claros, lavar en agua fría para evitar decoloración, o no
planchar a muy alta temperatura,... las tengo aprendidas a fuerza de
"practicar" y de llevarme algún que otro disgusto por encontrarme mi
blusa blanca favorita de un color rosáceo al lavarla con el polo del
niño que llevaba un escudito minúsculo que despintaba, ainssss que rabia.