Mostrando entradas con la etiqueta coco. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta coco. Mostrar todas las entradas

Vestidos de lana

Hay canción protesta… y post protesta???? Hoy te aseguro que vas a leer uno. Me he levantado protestona... pero con razón y mucha, y creo que me la vas a dar.
Protesto contra los locos del volante.
  • Contra los super papas-mamas. Esos que para recoger a sus polluelos del colegio, comedor o extraescolar tienen que aparcar en la mismísima puerta. Piensan que si aparcan a 3 metros, sus hijos pueden sufrir un lapsus de memoria e irse con otra familia. Así que ell@s aparcan en doble fila interrumpiendo la circulación, montados en la acera, todo por su hijo!!! Pero... todo está permitido para los superpapás?? Son fáciles de reconocer, traen de serie un bloqueador de escucha, si desde otro coche les llaman la atención con el claxon o a gritos, no se inmutan, siguen impasibles en sus asientos esperando ver a su maravilloso-único hijo en el mundo-mundial. También otra cualidad que les caracteriza: el llegar 10 minutos antes de la hora de salida para que embrollo que provocan sea percibido por todos!!! Quizás esos papis tengan una teoría: el conductor que quiera ir de un lado a otro de la calle, tendrá que hacer una prueba de obstáculos, esquivando los coches en segunda fila, siempre hay que mantenerse alerta y ejercitar los reflejos. Serán agentes encubiertos de la  DGT???
  • Personas un momentito aparcados en el paso de peatones. Hace pocos días llevaba la sillita de ruedas de Marta, una amiga de mi hijo pequeño. Ya desde lejos nos dimos cuenta que en el paso de peatones había una "Señora" aparcada, sentada dentro de él (por lo menos tuvo esa consideración). Cuando llegamos al punto X, la silla de ruedas sólo cabía si pasaba sobre una rueda, la verdad es que tengo muy pocas práctica y sólo he visto hacer eso en la tele en un programa de "habilidades especiales". Con mi mejor sonrisa hipócrita le indico a la "señora" que nos he imposible pasar. Su respuesta: "Ahhh de verdad que no cabes???". Nueva sonrisa hipócrita, más grande, negando con la cabeza, cuando lo que realmente tenía ganas de decir era: "Mire usted, no traigo el metro en el bolso pero a simple vista no hay espacio!!!"

Seda con lentejuelas

Diego se enamoró de una chiquilla de su ciudad, Teruel, allá por el s. XIV. Cuando Diego le declaró su amor a Isabel, ella sólo puso una condición para aceptar su amor: su padre D. Pedro tenía que dar su aprobación.
Diego era un segundón, es decir, su hermano mayor, el primogénito, heredaba todas las tierras a la muerte de su padre, él carecía de fortuna. Este fue el motivo por el que D. Pedro rechazo la propuesta de matrimonio de Diego a Isabel.
El muchacho convencido que su amor era verdadero, pidió que Isabel lo esperará cinco años, tiempo en el que pensaba hacer fortuna para volver y desposarla. Con un apretón de manos quedó firmado el pacto entre padre y el enamorado de Isabel. Diego se unió a las Cruzadas para conseguir el dinero necesario para convertir su sueño en realidad.
Transcurrió el tiempo establecido en el acuerdo, no llegando ni su persona ni noticias de él. D. Pedro preocupado porque su hermosa y joven hija se “quedará para vestir santos” la convenció para que se desposará con un hombre de fortuna, años mayor que ella.
En la noche de bodas de Isabel, Diego se presentó ante su amada. Incrédulo de las noticias que había recibido de sus nupcias. Nada le reclamaba, excepto un único beso por hallarse herido de amor. Isabel, tal fiel a sus principios, no lo considero aceptable por saber que así le faltaría el respeto a su marido. En el mismo instante que sus labios pronunciaban un rotundo NO, los labios de Diego exhalaban su último aliento.
Asustada despertó a su marido, y este ante el temor que lo acusaran de asesinato la apremio a llevarlo a la puerta de su  familia para quedar exculpado.
Al amanecer Isabel se sentía llena de culpabilidad al haber abandonado de esa manera el cuerpo inerte del que fue su amor, su gran amor. Se visitó de negro cubierta por un velo y se dispuso a asistir al entierro de Diego. Cuando llegó al velatorio, se aproximó a él, se levantó el velo y dijo: “en muerte te doy el beso que te negué en vida”. Tras besarle cayó muerta de amor, como él lo había hecho pocas horas antes.