Edward A. Murphy Jr. trabajaba con cohetes por rieles. A
este hombre sus experimentos no le salieron muy bien, así que al final enuncio
la siguiente ley:
«Si algo puede salir mal, saldrá mal.»
Cuando dijo esto no sabía lo que iba a desencadenar. A
partir de ahí cuando una persona quiere explicar sus infortunios, con un toque
cómico, nombra a Murphy. Y yo la primera.
Mis leyes.
"Ley 156. Si hablas por el móvil te llamarán al
fijo."
"Ley 209. Si acabas de limpiar el baño, alguien tiene
la urgente necesidad de utilizarlo."
"Ley 144. Si tienes dos planes para esa tarde, te
cuesta decir que hacer, no te preocupes al final se anularán los dos."
Es muy normal en mí echarle la culpa a Murphy, y el número
de la ley me lo voy inventando sobre la
marcha.
Así que me hizo el otro día mucha ilusión el saber que no
estoy sola en el mundo de las leyes de Murphy, que somos muchos que las utilizamos
para restar importancia a lo leve-negativo que pasa en nuestras vidas. No hay
que prestarles más atención.