Clásico negro ó color burdeos???

El otro día sentada la familia viendo una serie de televisión española, apareció un objeto que a los niños llamó la atención. "Mamá que es esa caja de madera, con compartimentos, que se abre en cascada???" Sin quitarle la vista a la tele, mi mente voló al pasado, contesté: "Es un costurero de madera, tiene compartimentos para tener todo bien ordenado. Las bobinas de hilo, el acerico, el dedal,... Mi madre tenía uno enorme al ser costurera, el mío era más pequeño porque yo era la aprendiza. Aunque cuando mi hobby favorito fue  punto de cruz, me regalaron uno más grande, precioso con flores pintadas en la madera."
Al no tener respuesta por parte de ninguno de los dos, gire la cabeza para mirarlos. Allí estaban mirándome, con ojos como platos, no sé si pensando que estaba hablando en un idioma extranjero o que su madre era algo así como un extraterrestre. "Qué???" "Mami, no sabemos que son todas las cosas que has dicho. Costurero??? Acerico??? Dedal???"
Reflexión: los niños de hoy en día entenderán mucho de tecnología pero el vocabulario lo tienen a cero en muchos otros sectores. Bueno, la verdad es que no los conocen porque no se han criado rodeados de ellos. Se han perdido tantas cosas que estaban en mi casa con la edad de ellos.
En la costura.
  • Bobinas de hilos de colores, había que coger dobladillo, coser botones,... y muchas mamis utilizaban los patrones Burda para confeccionar la ropa a su troupe.
  • Acerico, en la muñeca siempre para tener a mano agujas y alfileres.
  • Aquellos costureros gigantes de madera, pintados a mano y con mil compartimentos para que todo estuviese ordenado y localizado.

Estampados en tus jerséis!!!

Las apariencias engañan y a veces ocurre lo que no esperamos…
Una mujer salió de su casa y vio a tres viejos de largas barbas sentados frente a su jardín. Ella no los conocía y les dijo:
—No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo.
Ellos preguntaron:
— ¿Está el hombre de la casa?
—No, respondió ella, no está.
—Entonces no podemos entrar, dijeron ellos.
Al atardecer, cuando el marido llegó, ella le contó lo sucedido.
— ¡Entonces diles que ya llegué, invítalos a pasar!
La mujer salió a invitar a los hombres a pasar a su casa.
—No podemos entrar a una casa los tres juntos, explicaron los viejitos.
— ¿Por qué?, quiso saber ella.
Uno de los hombres apuntó hacia otro de sus amigos y explicó:
—Su nombre es Riqueza. Luego indicó hacia el otro:
—Su nombre es Éxito y yo me llamo Amor. Ahora ve adentro y decide con tu marido a cuál de nosotros tres deseas invitar a tu casa.
La mujer entró a la casa y le contó a su marido lo que ellos le dijeron. El hombre se puso feliz:
— ¡Qué bien! Y ya que así es el asunto entonces invitemos a Riqueza, que entre y llene nuestra casa.
Su esposa no estuvo de acuerdo:
— Querido, ¿por qué no invitamos a Éxito?
La hija del matrimonio estaba escuchando desde la otra esquina de la casa y vino corriendo:
— ¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar estaría entonces lleno de amor.
— Hagamos caso del consejo de nuestra hija, dijo el esposo a su mujer. Ve afuera e invita a Amor a que sea nuestro huésped.

Me voy de fiesta... sexy!!!

Medianoche, ningún sonido en las calles,
¿La luna ha perdido su memoria?
Está sonriendo sola.
En la luz de la lámpara,
Los marchitos dejan su colecta a mis pies,
Y el viento empieza a gemir.
Memoria, completamente sola a la luz de la luna,
Puedo sonreír al recuerdo de días de antaño,
La vida era hermosa en ese entonces.
Recuerdo cuando sabía lo que era la felicidad,
Deja a las memorias vivir otra vez.
Cada lámpara de las calles.
Parece palpitar,
Una advertencia fatalista,
Alguien murmura,
Y una lámpara de la calle se apaga,
Y pronto será mañana.
Luz de día,
Debo esperar al amanecer,
Debo pensar en una nueva vida,
Y no debo darme por vencida.
Cuando el atardecer llegue,
Esta noche será una memoria también.
Y un nuevo día empezará.
Finales quemados de días nublados,
El viciado olor frío de la mañana,
Las lámparas de las calles mueren,
Otra noche se ha ido,
Otro día está empezando.
Tócame, es tan fácil dejarme,
Completamente sola con mis memorias,
De mis días en el sol.
Si me tocas entenderás lo que es la felicidad.
Mira, un nuevo día ha empezado...

Bisutería con color

Ley de Murphy 187: en el súper, la prisa que tengas por salir con tu compra es directamente proporcional al tiempo de espera en la fila de la caja. Es decir, a más prisa, pues te tocará delante a la señora que se le estropea la tarjeta y tienen que llamar al servicio de atención al cliente para que autoricen la operación. A más prisas, el chico que llevaba el carro lleno se da cuenta que se ha pasado en el presupuesto y comienza a elegir pausadamente los productos que no va a llevar a casa. A más prisa, la cajera y la señora que te precede son amigas de la infancia, por lo que los productos son pasados por el escáner a una lentitud pasmosa. O cuando un precio está confundido, el/la reclamante no se mueve de la caja hasta que no le devuelvan sus 2 céntimos, para ello son suyos!!!!

En todas esas situaciones sólo te queda sonreír y pedirle a reloj que marque los segunditos un poco más despacio, porque ves que no llegas a tu cita, a tiempo para hacer el arroz del almuerzo o lo que es peor, a recoger a los niños del cole, te lo imaginas en la puerta sólos, lloroso y desangelados.

Estas situaciones tienen los días contados!!!! Ole, ole!!! Una prestigiosa Universidad de EE.UU, ha invertido su tiempo en hacer un estudio donde nos dan una serie de pautas para aceptar a la hora de elegir caja en el súper. 

  • En una caja hay 10 personas con muy pocos artículos y en la otra 1 sola persona con el carro hasta arriba. Cuál eliges??? La de una sola persona, los 10 tienen que pagar, buscaran el efectivo o la tarjeta, embolsaran,... invierten más tiempo.
  • Busca los carros que tenga los productos repetidos, también se ahorra tiempo así. Sólo se pasa uno por el escáner y se multiplica por las unidades.
  • Filas donde la mayoría de los clientes sean hombres. Por lo visto circula una leyenda urbana que dice que las mujeres nos entretenemos más charlando y comentando con la cajera las cualidades de tal o cual producto. Esta leyenda urbana no tiene fundamento, en mi opinión, no será más bien que los caballeros son menos sociables que las damas???