A la "seño" Mariola la querían todos los niños de
su clase. Era dulce al explicar, les ayudaba con sus tareas y sobre todo
repartía cariño.
Un día les contó a sus alumnos que su abuelita Antoñita estaba un poco pocha. "Quéeeee???" Preguntaron los niños a la vez.
Mariola contó que la abuelita estaba triste porque había acabado su culebrón
favorito.
Se divertía mucho con las aventuras y desventuras de Luis
Alfredo y María Antonieta, ahora... los echaba de menos.